Teatro

Los
Habladores (entremés)


Autor: Miguel de Cervantes Saavedra
Adaptación: Nayra Infante Guedes
Duración: apróx. 20 min


Acerca de Los Habladores (entremés):

“Los Habladores” es una sencilla comedia que, sin pretensión alguna, desea hacerles pasar un buen rato. Como dice su título, trata sobre un hombre que está harto de su mujer, ya que ella es una parlanchina y no deja nunca de hablar. Un día llegan a su puerta unos mellizos huyendo de la justicia que resultan ser igual o más habladores que su propia esposa. El hombre entonces tiene una brillante idea: cree poder curar a su esposa de tal verborrea llevándose a los tránsfugos a vivir a su casa. ¿Acabará bien esta historia?

PERSONAJES:

BEATRIZ: Eliana

SARMIENTO: Ainhoa

MELLIZOS HUIDOS: Enrique y Alba

INÉS: Daila

MOSQUETERAS: Mariangel y Lilibeth

TABERNERA: Alia


LOS HABLADORES

BEATRIZ: (Echándose fresco con su abanico de mano) ¿Me escuchas o no?
SARMIENTO: (Sentado leyendo el diario) ¡Te escucho mujer, te escucho!

BEATRIZ: (Hablando, al igual que en casi toda la obra, con gran rapidez). Pues has de saber, marido mío, que una, cuando habla, es por algo; que no soy yo de esas que se sueltan a hablar sin ton ni son, que sólo los necios hablan por hablar y los necios son tontos, y los tontos no razonan, y el que no razona debería tener quieta la lengua, pues Dios nos dio el entendimiento para hablar y hablando se entiende la gente, y si yo no hablara, sería muda, y al que se muda, Dios le ayuda, y....

SARMIENTO: ¡Basta, no aguanto más! Me voy a la calle. ¡Uf, que mujer más habladora! (Se va por la puerta del lateral).

BEATRIZ: ¡ay que ver! ¡Ay que ver! ¿Y para esto se casa una? (Llamando hacia el lateral derecho) ¡Inés! ¿Dónde estás, Inés? ¡Inés! ¡Inés!

INES: (Por el foro) ¡Ya voy, ya voy, ya voy! Usted me tiene cansada; es cansada que usted me tiene: “Inés, friega los platos”; “Inés, báñame el perro”; “Inés, ve a la farmacia”. Y todo el día bla, bla, bla. ¡Dios mío, usted, por el gusto de hablar, es capaz de llamarme trescientas veces!BEATRIZ: ¿Trescientas? Trescientas es cien veces tres. Si a trescientas le añades dos ceros tienes treinta mil. Los ceros a la derecha de los números aumentan su valor. Lo que más vale es la vida, porque puede ser eterna. La eternidad....

INES: (Tapándose los oídos) ¡Oh, Dios! ¡Todo el día así! ¡Esto no hay quien lo aguante.

BEATRIZ: Has dicho aguantar y has dicho bien; porque el que aguanta calla, y el que calla otorga, y más vale otorgar....
(Inés se va desesperada por la puerta del lateral derecho y tras ella Beatriz sin dejar de darle a la lengua. La escena queda sola unos segundos. Entran los mellizos por la puerta del lateral izquierdo. Él tropieza con la silla y la agarra. Sobresaltados recorren toda la escena extremadamente nerviosos).

MELLIZO 1: ¿Habremos logrado despistar a esa loca? (Se asoma con precaución a la puerta de la calle).

MELLIZO 2: Sí, ahí va con su garrote en la mano.

MELLIZO 1: Esperaremos un ratito a que calme la tempestad (Pausa. Examina el lugar y luego la silla que tiene en las manos) ¡Oh, pero esto es una casa!

MELLIZO 2: Y parece que no hay nadie. ¡Qué raro! (Coloca la silla en el centro y se sienta).

SARMIENTO: (Entra leyendo el periódico por la izquierda. No percibe la presencia de los mellizos. Se va a sentar en la silla donde está sentado , pero ve un titular interesante y hasta lo lee en voz alta: “Descubren el chocolate de agua”, “La hermanita Iris empieza a crecer”. Lo hace por dos ocasiones hasta que en la tercera vez se sienta en las piernas de y cuando lo hace se arma un espanto entre ambos y sobresaltados recorren toda la sala) ¡Eh!... ¿Qué hace usted en mi casa? ¿Quién es usted?... (Sale de detrás de la silla ) ¿eh?... ¿y usted, señorita?

MELLIZO 1:(Poniéndose ambas manos en el pecho) Permítame que me presente, , para servirle.

MELLIZO 2: (Haciendo una reverencia) Y yo soy .......... ¡También para servirle, claro!
SARMIENTO: Bien; ¿y qué es lo que quieren?
MELLIZO 1: Pues verá usted, he visto la puerta abierta, y....

MELLIZO 2: … nos seguían de cerca y…SARMIENTO: ¡Entraron a robar!

MELLIZO 1: No…

MELLIZO 2: ¡No, de verdad!

SARMIENTO: Han venido a robar.

MELLIZO 1: Que no le digo. Mire, voy a ser franco con usted. Tiene cara de buena persona, y estoy seguro de que sabrá comprenderme.

MELLIZO 2: ¡Sí, no cabe duda, usted tiene cara de buena persona!
MELLIZO 1: Nos hemos refugiado aquí para huir de la rabia de una tabernera…

MELLIZO 2: ….que nos perseguía armada con un garrote.... ¡la muy loca!

SARMIENTO: Pero ¿por qué?
MELLIZO 1: Porque no le hemos pagado la cena.

MELLIZO 2: (Con cara de tristeza y caprichosa) No, no hemos pagado…
SARMIENTO: Pues páguensela, y punto.

MELLIZO 1: Eso ¡nunca! Si pago, no debo y para mí el deber es lo primero. Bueno, la verdad es que no podemos pagársela porque no tenemos un real.

MELLIZO 2: Bueno, ahora ya sabe usted por qué estamos aquí. Pero si estorbamos, nos vamos

MELLIZO 1: Sí, por supuesto, si estorbamos de aquí marchamos.

MELLIZO 2: ¡Por supuesto!... pues nuestro lema es: pasear, descansar y no estorbar.

MELLIZO 1: ¡pasear, descansar y no estorbar! (Sarmiento empieza a mirarlos con curiosidad) Pues el que estorba molesta…

MELLIZO 2: y al que molesta se le da un puntapié…

MELLIZO 1: …y el que lo recibe no vuelve a por otro. Y con esto, señor mío, ponemos punto final y nos vamos. Que somos gente de pocas palabras… (Se van retirando poco a poco)

MELLIZO 2: … porque el que mucho habla mucho yerra, y como dijo….(algo pensativa) no sé quién, el silencio es oro, y muchos se arrepienten de hablar…

MELLIZO 1: …pero no de callar nunca. Y esto, señor mío, es una verdad como un puño. Y como dijo Cicerón.... Bueno,… (pensativo) no sé si fue Cicerón o Américo Vespucio, pero para el caso da igual; lo cierto es que.... (Se dispone a marcharse).

SARMIENTO: (Parándolos) ¡Un momento, un momento! (Aparte) Se me ocurre una idea. (Alto) Disculpen: ¿Querrían hacerme un favor?

MELLIZO 1: ¿Un favor?

MELLIZO 2: ¿Un favor?

MELLIZO 1 y 2: (Se miran y, a la vez, se giran y miran a Sarmiento) Cuente usted con nosotros

MELLIZO1: Siempre que no sea para pedirnos dinero, claro, porque si es para eso, da en el hueso…

MELLIZO 2: Y los huesos de la cabeza son seis: un frontal, un occipital…

MELLIZO 1:… dos parietales, dos temporales y un esfenoid…. (Sarmiento le tapa la boca con la mano y este empieza a dar pataleos). ¡Uaho! ¡Uaho!

MELLIZO 2: Deje a mi hermano… ¡deje a mi hermano!

SARMIENTO: ¡Cállense de una vez y escuchen, por favor! ¡¡¡Cómo parlotean, por dios!!! Ya se desquitarán luego cuanto quieran. (Le saca la mano de la boca. Aparte). Verán,… tengo una mujer que es la más buena del mundo, pero también la más habladora que existió, existe y existirá por los siglos de los siglos.

MELLIZO 1: ¡Oléee!

SARMIENTO: Y quiero que ustedes la curen.

MELLIZOS 1 y 2: ¿nosotros? ¿Y cómo la hemos de curar?

SARMIENTO: Hablando.

MELLIZO 2: ¿Hablando?

MELLIZO 1: ¡Hombre, eso es lo nuestro!

SARMIENTO: Les pagaré lo que sea. Les aseguro que no quedarán descontentos de mi.
MELLIZO 1: Como nos dé de comer, nos basta.

SARMIENTO: (Mirando al lateral derecho) ¡Cuidado, ahí viene! Disimulen

BEATRIZ: (Entrando por el lateral derecho. Se suelta el cabello mirándose al espejo. Dirigiéndose a su esposo) ¿Ya has vuelto, esposo mío? SARMIENTO: Sí, tesoro.

BEATRIZ: (Ahora reparando en los mellizos) ¿Quiénes son los que están contigo?

SARMIENTO: (Nervioso) Son unos primos lejanos míos, que vienen a pasar una temporada con nosotros.

BEATRIZ: ¡Ah, cuánto me alegro! (Aparte). Así tendré más gente con quien hablar. Considérense ustedes en su casa, señores míos. Los primos de mi marido primos míos son. Y los primos son los hijos de los tíos. Hay dos clases de tíos: los políticos y los carnales. La carne....

MELLIZO 1: (Interrumpiéndola) Dijo usted carne y dijo bien. Hay carne de vaca, de pollo, de cerdo (con perdón) y de ternera.

MELLIZO 2: La ternera es la hija de la vaca. La vaca tiene cuernos y hace: “¡Muuuuuh!”, el perro hace “¡guau, guau!”…

MELLIZO 1: y el gato hace “¡miau!”, el grillo “¡cri-cri!” y el gallo canta así: “¡ki-ki-ri-kiiiiii!”....

BEATRIZ: (Interrumpiéndole a su vez) Dijo usted gallo y dijo bien. El gallo es el macho de la gallina. La gallina es exquisita cuando se come guisada. A la gallina guisada se le llama pepitoria. La pepitoria se llama así porque la inventó un tal Pepito. Pepito es el nombre que se da a José....

MELLIZO 2: Dijo usted José y dijo bien. José era uno de los doce hijos de Jacob. También vivió en Egipto donde Dios mandó diez plagas. Si usted suma doce más diez le da…

MELLIZO 1: … ¡veintidós! El veintidós de junio termina la primavera y con el otoño se acaba el frío. Frío puede ser también del verbo freír. Se fríen las papas, se fríen los huevos…
MELLIZO 2: ¡Uhm! (tocándose la barriga)…, se fríen las torrijas, se fríe el jamón....
BEATRIZ: Dijo usted jamón y dijo bien....

MELLIZO 1: (relamiéndose)… Se fríe la carne, se fríen los buñuelos, se fríen los churros.... (es interrumpido por Beatriz)

BEATRIZ: (Poniéndose una mano en la frente como le fuera a dar un mareo) ¡Ay, marido, que a mi me da algo!

MELLIZO 2:Pero no hay que confundir los churros con el churrasco. El churrasco es un plato delicioso…

MELLIZO 1: ¡Sí! Pero no es lo mismo plato que platillo. Los platos sirven para comer, y los platillos para tocar....

BEATRIZ: (Sofocada) ¡Ay, Sarmiento que me desmayo! (Se deja caer en la silla pataleando cómicamente. Sarmiento la sujeta por los brazos. Luego se queda rígida; cerrando los ojos).

MELLIZOS 1 y 2: Pero ¿qué le pasa?

SARMIENTO: (Dejando de agarrar a Beatriz, quien se queda desmayada en la silla) ¿Qué le ha de pasar? ¡Que si no habla revienta! (Sarmiento se frota las manos. Luego ambos chocan las manos en señal de alegría)BEATRIZ: (Abriendo los ojos) ¿Dónde estoy? (Reparando en los mellizos) ¿Pero aún están en mi casa?.... ¡Sarmi, échalos de aquí o me muero!

SARMIENTO: Calma, mujer, que sólo estarán tres años con nosotros.

BEATRIZ: ¡Tres años!.... ¡Ay, de ésta sí que estiro la pata! (Y, en efecto, se pone a estirar una pierna y los brazos con las mismas convulsiones cómicas de la vez anterior. Su marido la sujeta cómicamente).

INÉS: (Apareciendo por el lateral derecho). Pero ¿Qué pasa aquí? ¿Qué gritos son esos? ¡Señora! ¿Qué le sucede? (Llega hasta donde su ama y la ayuda a levantarse de la silla).

BEATRIZ: ¡Ay! ¿Qué me ha de suceder, Inés? ¡Que este monstruo quiere quedarse viudo!

INÉS: Vamos,señora,vamos....

BEATRIZ: (Llorando) ¡Qué va a ser de mi! ¡Tener que aguantar tres años en mi casa a estos dos loros desplumados! (Se va apoyada en el brazo de Inés por el lateral derecho). (Ya saliendo) ¡Ay Inés! ¡Inés!

SARMIENTO: (Vuelve a frotarse las manos de alegría). ¡Esto va bien! Dos sesiones más.... ¡y curada por completo! (Chocan las manos. Luego de mímicas de alegrías)

ALGUACIL: (Desde el lateral izquierdo, sonido golpeando la puerta varias veces). ¡Abran a la justicia! ¡Abran a la justicia! ¡Abran a la justicia!

MELLIZOS 1 y 2: ¡La Justicia! ¡Gran Dios!

MELLIZO 1: ¡Esa es la tabernera que viene a cobrar su deuda!

MELLIZO 2: ¿Dónde nos escondemos? (Ambos dan vueltas por la habitación, sin saber qué hacer y al fin Sarmiento los esconde debajo de la mesa, tapados por un mantel) Aquí no darán conmigo.

ALGUACIL: (golpeando de nuevo) ¡Abran a la justicia! (Sarmiento hace ademanes de que está todo bien. Se dirige a la puerta del lateral izquierdo y la abre. Entra el Alguacil seguido de la Tabernera que trae un garrote enorme en la mano).

SARMIENTO: Pero, ¿qué quieren ustedes? ¿Qué voces son esas?

ALGUACIL: Este tabernera, dice que aquí están escondidos unos tramposos que le deben dinero.

TABERNERA: Sí, señor; se fueron sin pagarme la cena. Como los atrape se van a enterar…

SARMIENTO: Le aseguro que aquí no entró nadie. Yo no he salido de casa y puedo atestiguarlo.

TABERNERA: Tienen que estar aquí. Estoy segura. Yo los vi entrar, yo los vi… Estoy segurísima. (Hablando a escena y esgrimiendo el garrote) ¡Salgan ladronzuelos! … ¿Se creen que se van a escapar así de fácil? ¡¡No saben con quién están tratando!! ¡¡¡Saaalgan!!!

ALGUACIL: (Mirando al tabernera con temor) Si el señor dice que no está...

SARMIENTO: Lo más probable es que haya entrado a la casa de mi vecino. Lo mejor será que vayamos a ver. Síganme. (Y se van todos detrás de Sarmiento)

ALGUACIL: Por probar nada se pierde

TABERNERA: Como los encuentre ellos si que van a perder algo (Salen los tres por el lateral izquierdo. La escena queda sola).

BEATRIZ: (Entrando con Inés llevan unas alfombras o mantas) ¡Tres años esas dos cotorras en mi casa! ¡Ay Inés, que desgracia!

INES: Vamos, señora, no se ponga así. ¿Lo ve? Ya se han ido. Ahora podrá usted hablar cuanto quiera.

BEATRIZ: ¡Gracias a Dios que ahora podré descansar del silencio que he tenido!

MELLIZO 1: (Asomando la cabeza por debajo de la mesa) ¿Dijo usted silencio?

MELLIZO 2: (Asomando ahora ella también la cabeza) Pues dijo bien. Porque el silencio es oro…

MELLIZO 1:… y muchos se arrepienten de hablar, pero nunca de callar; porque....


BEATRIZ: (Mirando a todos lados) ¡Que les parta un rayo! ¡Van a acabar conmigo! (Poniéndose la una mano en la frente como si se fuera a desmayar) ¡Ay, yo vuelvo a desmayarme!

INES: Conténgase, señora, vamos, apóyese en mi. (salen de escena ambas por el lateral derecho y dejan las esteras en un lado).

Cuando salen ambas de escena, los mellizos escuchan las voces de Sarmiento y los otros que regresan, rápidamente se esconden en las alfombras.

SARMIENTO: (Entrando seguido de la tabernera y del alguacil por el lateral izquierdo). Bueno, no estaba. Renuncien ustedes a buscarlos y bebamos unas copas. (Llama mirando al lateral derecho) ¡Beatriz! ¡Inés! (Entran ambas por el lateral derecho armadas con sendas escobas) ¡Cómo! ¿Qué locura es esta? ¿Qué van a hacer con esas escobas?

BEATRIZ: Nada, marido. Sacudir estas alfombras que están llenas de polvo. (Mirando a la cara de Inés con picardía.) Inés ¡dale duro anda!INES: Descuide, señora. (Beatriz e Inés se ponen a dar escobazos a los mellizos que están debajo de las esteras. Estos salen brincando y gritando. Recorren toda la escena. Ellas salen detrás de ellos, dándole escobazos. Recorren toda la escena).
MELLIZO : ¡Ay! ¡Ay… que me matán!

MELLIZO 2: ¡Ay! ¡Ay… qué dolor! ¡ qué dolor!

BEATRIZ: ¡Tomen, sinvergüenzas!

INÉS: ¡Tomen habladores!
TABERNERA: ¡Mira… pero si están ahí! ¡Ajajá! ¡Ahora verán! (se pone a perseguirlos con el garrote) ¡!!Estafadores… estafadores… como los coja…!!!

ALGUACIL: ¡Quietos! ¡Quietos! ¡Quietoooos he dicho! (Saca la espada) ¡Todos ya quietos como estatuas, yaaaa! (se hace el silencio y se quedan todos como congelados) Estos rufianes serán juzgados según la ley. (Agarra a cada uno y les empieza a atar una cuerda) Quedan detenidos, irán ustedes presos…

MELLIZO 1: ¿preso dijo usted?

MELLIZO 2: pues dijo bien. Pues el preso no es libre…

MELLIZO 1: y la libertad…

ALGUACIL: ¡Basta! Aquí no le van a valer sus habladurías… ¡vamos!

SARMIENTO: Un momento, señor alguacil. (Llevándolo aparte) Suplico a usted que, por hallarse en mi casa, esta vez no se los lleve. Yo pagaré a la tabernera y le prometo que, en cuanto curen a mi mujer, se irán del lugar.

ALGUACIL: ¿Y de qué la ha de curar?

SARMIENTO: De hablar. Verá, mi mujer es muy buena, pero la más charlatana del mundo que ha habido desde Eva a nuestros días.

ALGUACIL: ¿Y de qué modo la curarán?

SARMIENTO: Hablando. Como ellos hablan hasta por los codos, mi mujer no tiene más remedio que callarse.

ALGUACIL: Ajá, pues no es mala idea… Accederé pero con dos condiciones.

SARMIENTO: ¿Cuáles?

ALGUACIL: Que primero pague usted a la tabernera el dinero que se le debe (Sarmiento hace el gesto y le da una bolsita con dinero a la tabernera y esta se marcha con el garrote amenazando) y segunda, lo más importante…

SARMIENTO: Dígame

ALGUACIL: Que en cuanto sane a su mujer, se vengan a mi casa a sanar a la mía,… ¡pues la pobre padece el mismo mal!

SARMIENTO: Prometido. Y, en este caso, ya no hay más que hablar. Inés, ve a por vino y tengamos la fiesta en paz.

MELLIZO 2: Los pobres habladores, su farsa aquí han terminado…


MELLIZO 1: Señores, si les ha gustado… ¡un aplauso, por favor!

FIN
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